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Más de 700 casos y dos muertes: la gestión cuestionada de Kennedy ante brote de sarampión
ARCHIVO – Robert F. Kennedy, Jr., nominado por el presidente Donald Trump para fungir como secretario de Salud, testifica durante una audiencia en el Senado, en Washington, el 30 de enero de 2025. (AP Foto/Rod Lamkey, Jr., archivo)

Mientras los casos de sarampión en EE.UU. superaban los 700 este abril —incluyendo dos muertes infantiles en Texas—, un hecho aparentemente rutinario encendió las alarmas: el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) demoró semanas en enviar una carta crucial a pediatras con protocolos para contener el virus. La tardanza, según más de una docena de funcionarios de salud consultados por AP, refleja una cadena de errores en la gestión del secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., cuyo enfoque contradice estrategias probadas en brotes anteriores.

Un liderazgo ausente
Fuentes internas revelan que Kennedy no recibió sesiones informativas presenciales con expertos del CDC hasta al menos el 21 de marzo, pese a que el primer niño falleció en febrero. “Es extremadamente inusual”, denunció Kevin Griffis, exdirector de comunicaciones del CDC, quien renunció en protesta. Históricamente, los secretarios de Salud mantenían reuniones semanales durante crisis sanitarias, pero Kennedy solo recibía actualizaciones por correo.

Mientras tanto, la Academia Americana de Pediatría —clave en brotes pasados— fue marginada. “Faltó una voz unificada que dijera: la vacuna es la única solución“, criticó Patricia Stinchfield, enfermera que contuvo un brote en Minnesota en 2017.

El doble mensaje que confunde al país
Kennedy elogió al CDC por “controlar bien el brote”, pero en paralelo sembró dudas sobre las vacunas. En una entrevista con CBS, afirmó que el inoculante contra sarampión, paperas y rubéola (MMR) —usado desde los años 60 con amplios estudios de seguridad— “no fue testeado”. Expertos como el Dr. Carlos del Rio comparan su postura con “un capitán del Titanic advirtiendo sobre los botes salvavidas”.

El contraste con administraciones anteriores es marcado: en 2019, el entonces secretario Alex Azar y el presidente Trump promovieron activamente la vacunación durante un brote en Brooklyn. Ahora, incluso gobernadores republicanos como Jim Pillen (Nebraska) han tenido que llenar el vacío: “Si no te vacunas, contraerás sarampión”, advirtió.

Texas: epicentro de la crisis
El brote en comunidades religiosas de Texas occidental —donde equipos federales fueron desplegados tarde y retirados prematuramente— ha sido manejado con opacidad. El gobernador Greg Abbott ha evitado pronunciamientos fuertes, delegando comunicados a su equipo. Mientras, hospitalizaciones siguen aumentando (56 hasta ahora), y médicos locales lidian solos con padres que dudan de vacunar.

“Cuando líderes nacionales se distancian del mensaje científico, erosionan nuestro trabajo”, lamentó la Dra. Oxiris Barbot, excomisionada de salud de Nueva York durante el brote de 2019. Con la temporada de viajes de Pascua en curso, la pregunta que resuena es cuánto más crecerá esta crisis antes de que Washington actúe con coherencia.