
ARVADA, Colorado — La desesperación de encontrar un teléfono robado llevó a una madre a seguir el rastro digital de su dispositivo a través de la aplicación Find My, un camino que la condujo hasta una máquina ecoATM en el estacionamiento de un Walmart. Lo que parecía una búsqueda sin esperanza terminó con un hallazgo inesperado: una bandeja llena de celulares, algunos con mensajes de bloqueo por robo, revelando una problemática más amplia en el mercado de dispositivos sustraídos. Las cifras de los departamentos de policía en el área metropolitana confirman el alcance del fenómeno, con cientos de informes vinculados a estas máquinas en los últimos años, aunque las autoridades reconocen que muchos casos nunca se denuncian.
La colaboración entre las fuerzas del orden y ecoATM ha permitido recuperar algunos teléfonos, gracias a medidas como la retención de dispositivos por 30 días y la recopilación de datos de los vendedores, incluyendo fotografías y huellas dactilares. Sin embargo, no todas las historias terminan con éxito. Algunas víctimas, tras meses de trámites, no logran localizar sus aparatos, mientras que otras reciben mensajes intimidatorios de quienes terminaron con ellos en sus manos. Las recomendaciones de la policía son claras: registrar el número de serie y el IMEI del dispositivo, presentar denuncias formales y evitar enfrentamientos directos con posibles ladrones.
Aunque la tecnología ha facilitado el rastreo de dispositivos robados, las limitaciones legales complican el procesamiento de los responsables. Probar la intención delictiva de quienes venden los teléfonos sigue siendo un desafío, incluso cuando las máquinas están diseñadas para disuadir el comercio ilícito. Mientras tanto, ecoATM insiste en que su sistema, junto con la acción policial, es una herramienta clave para frenar este mercado ilegal. Para las víctimas, cada recuperación es un alivio, pero también un recordatorio de que el riesgo persiste.