
DENVER — Dos años después de que los votantes de Denver aprobaran por una abrumadora mayoría del 70% la ordenanza “Waste No More”, que exige servicios de reciclaje y compostaje en edificios de apartamentos, negocios y grandes eventos, la ciudad aún lucha por implementarla. La aplicación de la normativa, que también incluye nuevos requisitos para sitios de construcción y demolición, permanece en suspenso mientras el ayuntamiento trabaja en definir los detalles de su puesta en marcha.
La demora en la implementación genera frustración entre los defensores del medio ambiente. Jonathan Wachtel, subdirector ejecutivo de la Oficina de Acción Climática, Sostenibilidad y Resiliencia de Denver, reconoció las complicaciones y los costos asociados a estos “grandes cambios de sistema”. Por su parte, Tim Hoffman, director de políticas de la oficina del alcalde Mike Johnston, afirmó comprender la frustración, aunque destacó el esfuerzo por conciliar una “ciudad climáticamente amigable” con una “ciudad favorable a los negocios”. Brian Loma, un activista ambiental y uno de los principales impulsores originales de la ordenanza, manifestó su decepción, señalando que Denver está “rezagada” en comparación con otras ciudades de Colorado que ya han implementado sus propias políticas de “Residuo Cero”. “La intención era que Denver fuera el líder, la ciudad más grande del estado de Colorado haciendo el trabajo duro para mostrar a todos los demás que se puede hacer”, dijo Loma, enfatizando que es “una cuestión de orgullo cívico”.
Tras diversas discusiones con defensores y la comunidad empresarial, la ciudad está proponiendo ahora excepciones a la ordenanza. Hoffman explicó que buscan asegurarse de “no imponer cargas indebidas a pequeños negocios, pequeños restaurantes, pequeños eventos”. Por ejemplo, los restaurantes con 25 empleados o menos y que hubieran obtenido 2 millones de dólares o menos en ingresos el año anterior, estarían exentos del requisito de compostaje. Sin embargo, Loma criticó esta postura, argumentando que no debería ser una excusa. “Mi negocio no factura 100.000 dólares al año, y yo composto y reciclo todo lo humanamente posible”, afirmó. “No se trata de cuánto negocio haces. Se trata de cuántos residuos produces”. Loma considera que una exención basada únicamente en los beneficios y el número de empleados sería “única e innecesaria” y contraria al espíritu de “Waste No More”, cuyo objetivo era que las empresas “crearan un plan para desviar sus residuos y luego evaluaran los costos y si eso sería una dificultad, en lugar de simplemente eximir a un montón de gente antes de siquiera elaborar un plan”. No obstante, Loma aclaró que él y los demás promotores de la medida están dispuestos a dialogar y buscar un punto intermedio con los líderes de la ciudad.
El comité de negocios del Concejo Municipal de Denver pospuso la próxima conversación sobre el tema hasta julio, pero con un claro sentido de urgencia. La concejala Stacie Gilmore expresó su preocupación: “Se ha trabajado mucho y no quiero que la política fracase o que tarde más tiempo en implementarse, porque la basura se está yendo al vertedero mientras hablamos”. La aplicación de la ordenanza está programada para comenzar en abril de 2026, pero los líderes de la ciudad sugirieron durante la reunión que nuevas demoras en la finalización de las exenciones pondrían en peligro ese cronograma.