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Los ataques sin precedentes de Israel contra Irán tienen como objetivo central uno tan esquivo como arriesgado: erradicar el controvertido programa nuclear del país.

Israel apuntó a tres instalaciones nucleares clave de Irán —Natanz, Isfahán y Fordow—, así como a varios científicos destacados involucrados en la investigación y el desarrollo nuclear.

El alcance de los daños empieza a esclarecerse, con imágenes satelitales y análisis de expertos que sugieren que los bombardeos tuvieron un impacto significativo al menos en dos de los sitios.

Sin embargo, persisten muchas dudas, especialmente porque parte de la infraestructura nuclear más sensible de Irán está enterrada a gran profundidad, y cada parte ha ofrecido valoraciones dintintas. Un alto cargo militar israelí aseguró el sábado en una conferencia de prensa que los ataques a las instalaciones nucleares en Natanz e Isfahán lograron dañarlas “de forma significativa”, mientras que Irán afirmó que los daños fueron limitados.

“Toda la cadena de suministro (nuclear) ha sido interrumpida”, dijo el domingo a CNN Ali Vaez, director del Proyecto Irán en el International Crisis Group, mientras continuaba el intercambio de fuego entre Israel e Irán. Vaez subrayó la importancia de cada una de las instalaciones atacadas, todas parte del complejo proceso necesario para fabricar un arma nuclear.

“Esa cadena ahora está rota, pero podría volver a montarse en cuestión de meses, porque Irán cuenta tanto con el conocimiento como con los materiales necesarios”, advirtió. “Este no es un problema que se resuelva solo con ataques aéreos”.

Las evaluaciones iniciales indican que los ataques de Israel contra la instalación nuclear de Natanz, en Irán, fueron sumamente efectivos, ya que fueron mucho más allá de causar daños superficiales a las estructuras exteriores y lograron cortar el suministro eléctrico en los niveles inferiores, donde se almacenan las centrifugadoras utilizadas para enriquecer uranio, dijeron a CNN dos funcionarios estadounidenses.

“Fue un ataque de espectro completo”, afirmó otra fuente familiarizada con las evaluaciones.

Los ataques destruyeron la parte en superficie de la Planta Piloto de Enriquecimiento de Combustible de Natanz, un extenso complejo en funcionamiento desde 2003 donde Irán había estado enriqueciendo uranio hasta una pureza del 60 %, según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). El uranio apto para armas se enriquece al 90 %.

Imágenes satelitales tomadas antes y después de los bombardeos ofrecen una vista más detallada del impacto.

La imagen original, captada por Maxar Technologies en enero, se compara con una más reciente tomada el sábado tras los ataques, en la que se observa que al menos dos edificios resultaron gravemente afectados. Se desconoce qué se albergaba en esas estructuras.

La infraestructura eléctrica en Natanz —incluido el edificio principal de suministro eléctrico, además de los generadores de emergencia y de respaldo— también fue destruida, según informó el OIEA. Esa evaluación fue respaldada por dos funcionarios estadounidenses, quienes dijeron a CNN que se cortó la electricidad en los niveles inferiores, donde se almacenan las centrífugas utilizadas para enriquecer uranio.

Ese aspecto de la operación es crucial, debido a que gran parte de la instalación de Natanz está fuertemente fortificada y se encuentra bajo tierra, por lo que inutilizar el suministro eléctrico en esas zonas es la forma más eficaz de afectar el equipo y la maquinaria subterráneos.

No parece que Israel haya dañado directamente esas partes subterráneas de la planta, según el OIEA, pero la pérdida de energía en la sala de cascadas subterránea “podría haber afectado las centrífugas que se encuentran allí”.

Las centrífugas son máquinas que pueden enriquecer uranio al hacer girar el gas a altas velocidades. “Estas son máquinas que giran a la velocidad de la luz y, si se apagan repentinamente, algunas podrían explotar o sufrir daños irreparables”, dijo Vaez a CNN.

Natanz tiene seis edificios en superficie y tres subterráneos, dos de los cuales pueden albergar hasta 50.000 centrífugas, según la organización sin fines de lucro Nuclear Threat Initiative (NTI).

No hay un impacto radiológico más amplio. “El nivel de radiactividad fuera del sitio de Natanz se ha mantenido sin cambios y en niveles normales”, señaló el OIEA. “Sin embargo, debido a los impactos, hay contaminación radiológica y química dentro de las instalaciones de Natanz”, agregó, aunque los niveles serían manejables.

“También hay un stock de uranio altamente enriquecido en Natanz, en uno de los edificios que Israel podría atacar, pero no lo ha hecho”, dijo Vaez. “El riesgo allí es que una explosión podría convertir ese stock en una bomba sucia, lo que generaría contaminación radiactiva con efectos ambientales y humanitarios desastrosos”.

La magnitud de los daños en la instalación nuclear de Isfahan, en el centro de Irán, fue más difícil de determinar en las horas posteriores al ataque, ya que surgieron afirmaciones contradictorias en Israel e Irán sobre el impacto del ataque.

Sin embargo, el OIEA indicó más tarde, el sábado, que cuatro edificios clave del complejo resultaron dañados.

Esa evaluación pareció contradecir declaraciones anteriores de Behrouz Kamalvandi, portavoz de la Organización de Energía Atómica de Irán, quien dijo el sábado que los daños en el sitio —el mayor complejo de investigación nuclear de Irán— fueron limitados. Un cobertizo de la instalación se incendió, señaló.

Israel fue más contundente; un funcionario de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dijo durante una conferencia de prensa el sábado que el sitio sufrió daños importantes.

Imágenes satelitales del sábado mostraron daños evidentes en tres estructuras del extenso complejo. La cuarta estructura citada por el OIEA no era visible hasta el momento en las imágenes.

Sin embargo, el impacto material del daño no es tan evidente. Kamalvandi afirmó que parte del equipo en dos instalaciones —Natanz e Isfahan— fue trasladado en previsión de los ataques, una afirmación que CNN no ha podido verificar de forma independiente.

Según la organización sin fines de lucro NTI, la instalación fue construida con apoyo de China y se inauguró en 1984. La NTI indica además que en Isfahan trabajan 3.000 científicos y que el sitio es “sospechoso de ser el centro” del programa nuclear de Irán.

Según la NTI, en la instalación “operan tres pequeños reactores de investigación suministrados por China”, así como “una planta de conversión, una planta de producción de combustible, una planta de revestimiento de circonio y otras instalaciones y laboratorios”.

Durante una conferencia de prensa el sábado, un funcionario de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) afirmó que Israel tenía “inteligencia concreta” de que Irán estaba “avanzando hacia una bomba nuclear” en la instalación de Isfahan. A pesar de haber avanzado significativamente en el enriquecimiento de uranio, Irán ha sostenido en reiteradas ocasiones que su programa nuclear tiene fines pacíficos y ha negado que esté desarrollando una bomba atómica.

La Planta de Enriquecimiento de Combustible de Fordow es un sitio mucho más difícil de atacar. Está enterrada en las montañas cerca de Qom, en el norte de Irán, y alberga centrífugas avanzadas utilizadas para enriquecer uranio a altos niveles de pureza.

Israel atacó el sitio durante los bombardeos del viernes, pero el OIEA informó que no se vio afectado y las FDI no han afirmado que haya sufrido daños significativos. La cadena estatal iraní Press TV reportó el viernes por la noche que las defensas aéreas iraníes derribaron un dron israelí en las cercanías de la planta.

“Siempre se ha pensado que Israel no podría alcanzar (Fordow), porque necesitaría bombas perforadoras de búnker de gran tamaño, que solo tiene Estados Unidos”, dijo Vaez.

Imágenes satelitales parecen respaldar esa evaluación. En la imagen tomada por Maxar el sábado, se observa poco daño visible.

El destino de Fordow podría ser clave para el éxito general de los ataques de Israel.

En 2023, la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), con sede en Viena, confirmó que se habían detectado partículas de uranio enriquecidas al 83,7 % en Fordow, un nivel cercano al 90 % requerido para fabricar una bomba nuclear.

“Si Fordow sigue en funcionamiento, los ataques de Israel podrían apenas ralentizar el camino de Irán hacia la bomba”, escribió el viernes James M. Acton, codirector del Programa de Política Nuclear del Carnegie Endowment for International Peace.

Acton señaló que Israel podría lograr colapsar la entrada de la instalación, pero advirtió que destruir una porción mayor del sitio de Fordow sería una tarea difícil para Israel.

La instalación nuclear de Arak, en el centro de Irán, pareció resistir sin daños la primera ola de ataques israelíes. Ese sitio alberga un reactor nuclear de agua pesada que ha generado preocupación en Occidente, debido a que el agua pesada (u óxido de deuterio) puede usarse para producir plutonio, una segunda vía para desarrollar una posible bomba nuclear.

Atacar la infraestructura nuclear fue el principal objetivo de Israel, pero sus bombardeos también alcanzaron varios otros sitios vinculados a las Fuerzas Armadas de Irán y al reservado Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC, por sus siglas en inglés).

En Piranshahr, cerca de la frontera con Iraq, en el oeste de Irán, imágenes aéreas muestran un pequeño edificio militar prácticamente arrasado por los ataques. La imagen anterior, tomada por Maxar Technologies el mes pasado, muestra vehículos que sirven como referencia de escala.

Y en el oeste de Teherán, un gran edificio en una instalación del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC, por sus siglas en inglés) parece haber resultado gravemente dañado, con gran parte del techo destruido.

El jefe del IRGC, el general de división Hossein Salami, fue una de las principales figuras militares que murieron en los ataques de Israel el viernes.

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