La verdad sobre William McKinley, el “rey de los aranceles” e ídolo de TrumpEricks Webs DesignEricks Webs Design

William McKinley fue presidente de Estados Unidos hace más de un siglo y en gran parte había sido olvidado hasta que Donald Trump regresó a la Casa Blanca como su mayor admirador debido al enamoramiento de McKinley con los aranceles.

Trump, que rebautizó el pico más alto de Norteamérica como Monte McKinley en su honor y anunció una serie de aranceles a las importaciones, ha elogiado con frecuencia a McKinley desde que asumió el cargo y durante la campaña electoral del año pasado. En su discurso inaugural, se refirió a McKinley como un “gran presidente” que “hizo que nuestro país fuera muy rico a través de los aranceles”.

Trump bautizó a McKinley como el “rey de los aranceles”. McKinley se refirió a sí mismo como “un hombre de los aranceles, de pie sobre una plataforma arancelaria”.

En 1890, seis años antes de la elección de McKinley como presidente, el Congreso aprobó una legislación que elevaba los aranceles sobre la mayoría de los productos manufacturados importados a aproximadamente el 50%.

Pero Trump pasa por alto varios puntos del registro histórico sobre McKinley, incluida su afirmación de que los aranceles crearon riqueza y enriquecieron a Estados Unidos a fines del siglo XIX, dijo Douglas Irwin, profesor de economía en Dartmouth y un destacado experto en McKinley y su política fiscal.

“Todo el final del siglo XIX fue un período de expansión”, afirmó. “Los aranceles en sí probablemente no marcaron una gran diferencia en un sentido u otro”.

Irwin dijo que fueron los avances tecnológicos, incluida la mayor disponibilidad de electricidad, telecomunicaciones y el crecimiento de los ferrocarriles, los que ayudaron a impulsar el crecimiento de la industrialización. El flujo relativamente libre de inmigrantes al país en ese momento, algo que Trump no aprobaría, también ayudó a impulsar la creciente riqueza del país, proporcionando una reserva necesaria de mano de obra relativamente barata.

“Se estaba añadiendo más capital, más mano de obra, más recursos”, dijo Irwin. “En 1900, la economía era muy diferente a la de 1860”.

En aquella época, los aranceles eran una fuente de ingresos fiscales mucho mayor que ahora. Esos impuestos a las importaciones eran responsables de más de la mitad de los ingresos que obtenía el gobierno. En realidad, esa cifra era menor que antes de la Guerra Civil, cuando los aranceles financiaban casi la totalidad del presupuesto federal.

Los impuestos especiales sobre productos como el alcohol representaban la mayor parte del resto de los ingresos en la época de McKinley, a finales del siglo XIX. Casi 12 años después de la muerte de McKinley se ratificó una enmienda constitucional que permitía un impuesto sobre la renta.

Irwin dijo que en el siglo XIX pocos afirmaban, como Trump a menudo hace incorrectamente ahora, que los aranceles los pagaban las empresas extranjeras que enviaban productos aquí. En ese momento, era ampliamente reconocido que los aranceles los pagaban los estadounidenses que compraban productos extranjeros, dijo Irwin.

“El impacto en los precios internos fue mucho más visible. No se discutió mucho si otros países estaban pagando los aranceles”, dijo Irwin. “Los republicanos que defienden los aranceles dirían: ‘Sí, los estamos pagando, pero están respaldando salarios más altos, por lo que están haciendo que nuestros ingresos reales sean más altos al mantener alejada a la competencia extranjera’”.

Financiar al gobierno federal con aranceles no era tan difícil como lo sería hoy. El gasto federal era relativamente minúsculo en aquellos años.

“El gobierno era bastante pequeño”, dijo Irwin. “No teníamos un ejército enorme ni un estado de bienestar. Teníamos un superávit fiscal enorme”.

El gasto federal representaba menos del 3% del Producto Interno Bruto del país, medida amplia del tamaño de la actividad económica. En contraste, los 6,8 billones de dólares que el gobierno federal gastó en su año fiscal más reciente representan el 23% del PIB, y la mayor parte de ese dinero se destinó a la deuda nacional, el gasto militar y los programas de prestaciones sociales como la Seguridad Social, Medicare, Medicaid y los cupones de alimentos.

Pero Trump probablemente estaría menos contento con la parte del historial de McKinley en la que se opuso a los aranceles y propuso una política de mayor libre comercio, justo un día antes de que un asesino le disparara y matara.

“Vio que teníamos un exceso de capacidad en la industria y pensó: ‘¿Por qué no usamos esa capacidad para enviar nuestros productos al resto del mundo?’. Así que pasó del proteccionismo a pensar en la reciprocidad y la apertura de los mercados extranjeros”, señaló Irwin. “Pronunció un famoso discurso en el que expuso todo esto en septiembre de 1901. Pero le dispararon al día siguiente y murió varios días después. Por eso nunca sabremos realmente qué habría sucedido si hubiera vivido y hubiera intentado sacar adelante esa iniciativa”.

Theodore Roosevelt, su vicepresidente y sucesor, prácticamente mantuvo la política arancelaria vigente, pero poco a poco estos mecanismos fueron perdiendo importancia. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, representaban menos del 2% de los ingresos del gobierno federal y nunca han aumentado mucho más desde entonces.

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